Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.Viajaron al sur.Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura.Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:—¡Ayúdame a mirar!
Eduardo Galeano, El Libro de los abrazos (1)
jueves, 22 de septiembre de 2011
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Es una poesia muy buena porque no tienes que leer mucho y con las imagenes ya expresa como si fuera una poesia escrita.
ResponderEliminarSincéramente, no entiendo el porqué de todas esas imágenes, además no entiendo el significado de todo ese montaje
ResponderEliminarJoan , esa es la cuestión : que las imágenes ayudan al texto para que de esa manera gane en expresión .
ResponderEliminarVíctor , me gusta tu sinceridad ¡¡¡¡ no nos tiene que gustar todo , así es como se desarrolla el espíritu crítico.
Ya lo comentaremos en clase a su debido tiempo .